«Vienen por los colores de la camiseta»

Editorial: NO a las Sociedades Anónimas Deportivas

Sobre las Sociedades Anónimas Deportivas: No es la forma jurídica la que garantiza buenas administraciones en los clubes de fútbol

Hemos escuchado en estos días en reiteradas oportunidades, y de boca del mismísimo Presidente de la Nación Mauricio Macri, la noticia de que se quiere instalar nuevamente en la sociedad argentina -tan permeable ella a las campañas de prensa de los medios dominantes-, la idea de que los clubes, sobre todo los de fútbol, deben transformarse en sociedades anónimas.

La excusa que esgrimen para proponer a las sociedades anónimas en el manejo del fútbol es que éstas serían mejores gerenciadoras que los clubes. Pero en realidad tuvieron la oportunidad y no han demostrado serlo.

Hagamos un poco de historia. Esta idea nace en Europa en los años 90 teniendo en cuenta el estado falencial de los clubes de fútbol profesionales, sobre todo el español. La idea era que con este inspirado proyecto, se resolvían las idas y vueltas económicas, financieras  y administrativas de las desgastadas asociaciones civiles, deudoras a perpetuidad  e “incorregibles”.

En Argentina esto ya se intentó. En la década del 90, hubo cinco proyectos que pretendieron impulsar y plasmar la idea de instalar las Sociedades Anónimas Deportivas. No tuvieron cordial acogida y fueron olvidados. Pero dieron sus frutos. Surgirá de esa idea la figura del Gerenciamiento, aportada por AFA, que imbricado en la Ley nº 25.284 de Fideicomiso de Administración con Control Judicial, se apoderó de varios clubes. Este último intento de incorporar capitales privados en el deporte fue impulsado, vaya coincidencia, por el Ing. Mauricio Macri y apoyado por un famoso relator deportivo del momento. Ustedes sabrán cuáles fueron los resultados en los casos de Blanquiceleste S.A. en Racing y otros.

Pero además, este modelo parte de premisas equivocadas. Primero, el tipo jurídico no es quien crea las deudas o acreencias sino sus administraciones; segundo son más las Sociedades Anónimas que quiebran que las Asociaciones Civiles.

En resúmen, la forma jurídica de sociedades anónimas resultó un fracaso en Europa, particularmente en España. Tan es así que basta mirar la liga española donde sólo dos equipos salen permanentemente campeones, se llevan los mayores recursos televisivos, de imagen, marketing y sponsoreo, y ¡oh sorpresa!, ambos son ASOCIACIONES CIVILES.

Esta idea mercantilista del deporte profesional y amateur basado en la gran oportunidad de ganancias que el mismo significa, llevó a abrir las puertas al negocio de las apuestas, al ingreso de dueños de clubes con capitales de dudoso origen, a los arreglos espurios, más la pérdida de pertenencia de las personas, trocado por la tenencia de sólo  el entusiasmo por una competencia. Se desvirtuó el espíritu del encuentro deportivo por el de demostrar quién es más poderoso económicamente. Sirve como ejemplo el del  Club Paris Saint Germain, desaparecido hace tiempo, comprado luego por un señor árabe y hoy campeón permanente de  Francia por más puntos  de lo lógico y con los demás equipos solo acompañando en el entretenimiento.

Se podrá rebatir esta opinión diciendo que son clubes millonarios, que pagan contratos millonarios, que tienen los mejores jugadores del mundo (sobre todo latinoamericanos), que cobran enormes sumas de dinero por la televisación, marketing, derechos de imagen. Es cierto, pero a este modelo “privatizado” no le pidan ir a una pileta, jugar al tenis, tener divisiones inferiores, contener a los jóvenes, educarlos, incluirlos en la sociedad. De eso, que se ocupe otro.

Una de las grandes diferencias a señalar entre el modelo de Asociaciones Civiles y el modelo de Sociedades Anónimas Deportivas es que en el primero de los casos son los socios los que en forma democrática eligen y controlan a sus dirigentes, mientras que en el segundo es una o algunas personas, que a veces ni se saben quiénes son, las que deciden la vida o la muerte de una institución, sin importar su impacto en la sociedad.  Ahora, ¿que queremos para el club de los amores?

Con absoluta convicción reivindicamos a los clubes como organizaciones libres del pueblo que pertenecen a quienes las hicieron: los socios. Ellos son parte de nuestra comunidad organizada, reserva de democracia, donde nunca, ni en la peor dictadura, se dejó de votar. No vamos a entregarlas a supuestos capitales privados, fondos de pensión, dueños, en muchos casos desconocidos.

Son instituciones formadoras de nuestra sociedad que se remontan a más de cien años, la mitad de la vida de nuestra Patria. Somos uno de los pocos países con esta tradición y proliferación de asociaciones civiles preocupadas por una tarea social, cultural, y educativa. Muchos de ellos se hicieron grandes y ahora esta pretención de volverlos sociedades privadas viene a buscarlos para aprovecharse del trabajo de décadas, que generó la pasión por los colores.

No podemos negar, que el modelo actual vigente en Argentina puede mejorarse, tanto en su conformación jurídica, como en su gestión, administración y control. Como ejemplo podemos mencionar la ley nº 27.202 sancionada en el año 2015, y que en su capítulo III, se ocupa de ello. Lamentablemente el Poder Ejecutivo actual suspendió sus efectos. A lo que podemos agregar  el proyecto de ley que presentamos el año pasado en el Congreso Nacional que crea tribunales de Justicia Deportiva, y que ahora ingresaremos también en la Legislatura Santafesina, sumando así una poderosa herramienta de auditoría.

Lo cierto es que las sociedades anónimas no vienen a resolver ninguno de estos problemas, llegarán solo interesadas en participar de las ganancias de los clubes (de fútbol) pero no van a hacerlo de ninguna pérdida, menos que menos de los gastos de formación, ni de ninguna de las actividades sociales que hicieron grandes a los clubes.

Vienen a llevarse años de construcción, de asociaciones, federaciones, ligas, etc., (con sus luces y sus sombras). Pasar la espumadera, llevarse lo mejor y olvidarse del resto. Quieren que les regalen algo extremadamente valioso construido con mares de sudor: el color de la camiseta.

Como dice Mario Cabrera en su canción “las llaves de mi club no las entrego”.

Lic. Claudia Giaccone                                                                              Dip. Provincial FpV-PJ

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